lunes, 23 de noviembre de 2009

Trainspotting + diez pesos + sémola y harina.

Trainspotting llegó a mi vida a mis tempranos veintipico.
Fue algo muy raro.
Primero compré la banda de sonido.

Luego vi la peli.

¿Qué otra cosa puedo decir sino que me partió la cabeza en millones de pedazos?


Estaba en la facultad luchando con Dibujo y representaciones espaciales y la teoría del color etc.
Al menos es lo poco que recuerdo de mis raros años universitarios.

A mucha gente le fascinó porque creyeron que era un guiño hacia la falopa, una apología de la falopa. Esos entendieron mal.
Entendieron mal la vida, pues la mayoría están muertos.

A otros simplemente les horrorizó y no quisieron siquiera hablar de la peli.

A mí me dejó extasiado ante la contemplación de la obra.

Nunca estuve ni estaré a favor de ninguna clase de droga. Al igual que Bill, alguna vez fumé, pero sin tragar el humo.
Me fascinó la conducta de Renton. Era mi conducta, pero sin necesidad de droga alguna.
No cometía actos de vandalismo ni delitos, sino que lo vandálico era mi actitud hacia la vida social y los modelos impuestos.

El espíritu general de la película me recordaba mis pocas salidas adolescentes, en las cuales mis "amigos" de ese entonces comenzaban a drogarse como un divertido y prohibido acto de rebeldía.
Ese furor de sentirnos indestructibles, esa energía desbordante, ese jugar con todo y la nada, ese reflexionar sobre la vida misma. Esa dicotomía entre evasión y profundidad. La terrible lucha entre el dolor del mundo y el dolor de la adicción y que ninguno de los dos sea una elección válida.
Hasta que todo ese espíritu de grupo se destruyó.
La droga destruye hasta lo esencial, que es invisible a los ojos.


Todo eso y más cosas, me hicieron amar esa película.

Sin embargo jamás la tuve en mi videoteca.
Nunca la compré trucha.
No la compré cuando la vendía la revista Caras.
No la compré en ninguna tienda.
No la bajé de Internet.

Hasta ayer.


La vi, de oferta a $10.

Me sentí extraño, creo que la compré por piedad. Por una muestra de respeto a un gigante derrotado.

La eché dentro del changuito del supermercado francés y seguí cargando las compras para la semana.

Pagué con una de mis dos tarjetas de débito. Con la que tenía mejor descuento.



LA CAJERA TOMA LA PELÍCULA Y LA EMBOLSA CON UN PAQUETE DE FIDEOS DE SÉMOLA.

CARAJO / MIERDA.



Tal vez a Renton le haya sucedido algo similar.


#

3 comentarios:

Aadminella B. dijo...

No tengo mucho tiempo de leer, pero ¿por qué carajo pensé que eras español?

Después vuelvo boló

Hugo dijo...

Buenísima... y pensar que nos la pasó una profesora en la secundaria, cuando tenía 15 años por recomendación de un compañero. Obviamente, la mina no la chequeó antes.

Y pensar que ese mismo año, nos hicieron firmar una autorización a nuestros padres para ver la pedorreada de "Acosos Sexual", esa donnde actuaban Maikel Daglas y Demi Mur... que pelotudez...

loro711 dijo...

A D: Joder, que soy argento.
Vuelva cuando guste.
Saludos.


Hugo: Guau! supongo que le habrá partido la cabeza igual que a mí. El contexto en el cual exhibieron la peli es por demás gracioso.
Saludos